La fragilidad, el conflicto y la violencia son problemas de alcance mundial. La inestabilidad, las guerras civiles, el impacto de la pandemia y los continuos desastres climáticos han dado lugar a una serie de riesgos interrelacionados. Para 2030, casi el 60 % de las personas pobres del mundo vivirá en países considerados frágiles y afectados por conflictos.
La fragilidad traspasa las fronteras con el contagio de la inestabilidad política, que provoca desplazamientos de población, crisis de refugiados y violencia y extremismo transfronterizos, con los consiguientes desafíos para la paz y la seguridad mundiales. Los últimos años han estado marcados por el retroceso de la estabilidad en todo el mundo, desde la invasión rusa de Ucrania y una serie de golpes de Estado en África occidental hasta el conflicto en Sudán y la crisis más reciente de Oriente Medio. A menudo son los más vulnerables, especialmente las mujeres y los niños que viven en situaciones inestables, quienes se ven afectados de manera desproporcionada por los conflictos.
Labor ininterrumpida durante los conflictos
Los organismos humanitarios y de desarrollo deben continuar con sus operaciones y brindar apoyo a los países durante los conflictos. Esto es indispensable para poder seguir brindando servicios básicos, preservar los avances en el desarrollo, proteger las instituciones esenciales, generar resiliencia y prepararse para la recuperación futura. El desafío consiste en lograr un equilibrio que permita atender las enormes necesidades inmediatas de la actualidad y a la vez desarrollar sistemas e instituciones nacionales sostenibles para el futuro.
La clave de estos esfuerzos radica en trabajar en estrecha colaboración con los asociados y adaptar rápidamente las operaciones para hacer frente a los riesgos crecientes. Las alianzas y la implementación a través de organismos de las Naciones Unidas y otros socios del plano mundial, como el Comité Internacional de la Cruz Roja, resultan cruciales en los casos en que la capacidad de los Gobiernos es escasa, la labor se ve restringida por otros motivos o la presencia del Banco Mundial es limitada.
El trabajo del Banco Mundial en las regiones afectadas por fragilidad, conflictos y violencia se ha incrementado significativamente en los últimos cinco años. El porcentaje del financiamiento que la Asociación Internacional de Fomento (AIF) destina a estos países se ha triplicado desde 2011. Asimismo, la cartera de proyectos que el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF) lleva adelante en países afectados por situaciones de fragilidad y conflicto se duplicó entre 2016 y 2021.
En Afganistán (i), por ejemplo, el Banco Mundial distribuye fondos de la AIF a través de donaciones otorgadas a diversos organismos de las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales públicas para seguir apoyando la prestación de servicios esenciales, en particular los que benefician a las mujeres. Esto quedará fuera del control del Gobierno provisional talibán. Esos montos se suman a los USD 1500 millones proporcionados a través del Fondo Fiduciario para la Resiliencia de Afganistán y canalizados a través de los asociados sobre el terreno, con los que se beneficia a más de 25 millones de afganos. Dichos recursos se utilizaron inicialmente para cubrir las necesidades humanitarias del país y han contribuido a proporcionar servicios esenciales, como alimentos, agua, salud, educación y empleo durante los últimos dos años.
En Yemen (i), el Banco Mundial está ayudando a prestar servicios básicos, preservar el capital humano y promover la seguridad alimentaria, la resiliencia y los medios de subsistencia. Desde 2017, la labor del Grupo Banco Mundial en este país ha aumentado a casi el triple, pues pasó de USD 850 millones a USD 2400 millones. El número de proyectos se ha incrementado a más del doble, de 5 a 11, implementados en su mayoría a través de asociaciones con terceros.
En Somalia (i), gracias al financiamiento del Grupo Banco Mundial, el Gobierno ha trabajado con el Programa Mundial de Alimentos para entregar periódicamente transferencias de efectivo a los hogares vulnerables de 21 distritos, y también se asoció con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) con el objetivo de fortalecer el desarrollo de un sistema nacional de protección social que permita responder ante las crisis.
Gestión de los efectos secundarios de los conflictos
A fines de 2022, 108,4 millones de personas (i) habían sido desplazadas por la fuerza en todo el mundo como consecuencia de persecuciones, conflictos, violencia y violaciones de los derechos humanos; esto representa más de 1 de cada 74 personas en el planeta.
El Grupo Banco Mundial, en colaboración con asociados regionales e internacionales, ha ayudado a diversos países a satisfacer las necesidades y aspiraciones de quienes han sido desplazados por la fuerza y de las comunidades que los reciben. En los últimos años, se ha cambiado el enfoque para abordar los desafíos sociales y económicos a largo plazo —especialmente el empleo y la educación— y reducir las brechas de género empoderando a las mujeres y las niñas.
La AIF es un actor crucial para los países de ingreso bajo, entre otras cosas, a través de su Servicio para las Comunidades Receptoras y los Refugiados, que cuenta con USD 3000 millones para un período de cuatro años. A través de este mecanismo, el Banco Mundial ha financiado 71 proyectos en 17 países que reciben refugiados.
En el caso de los países de ingreso mediano afectados por una crisis de refugiados, el Banco Mundial brinda fondos en condiciones concesionarias a través del Servicio Mundial de Financiamiento en Condiciones Concesionarias. Hasta la fecha, a través de este servicio se han aprobado donaciones por más de USD 850 millones, y cada USD 1 suministrado por los donantes moviliza entre USD 6 y USD 7 en préstamos en condiciones concesionarias. Estas operaciones han beneficiado a casi 4 millones de refugiados y 1,6 millones de miembros de las comunidades receptoras en seis países.
En Colombia (i), con el fin de apoyar al Gobierno en la implementación de políticas dirigidas a regularizar e integrar a los migrantes venezolanos, el Banco Mundial otorgó USD 750 millones con el Segundo Proyecto de Financiamiento para Políticas de Desarrollo sobre Sostenibilidad Fiscal, Competitividad y Migración (i). Un informe del Banco Mundial de 2018 (i) sirvió para orientar las políticas gubernamentales destinadas a mejorar el acceso de los migrantes a los servicios básicos y al empleo. En 2019, 281 596 migrantes venezolanos (de los cuales casi el 50 % eran mujeres) obtuvieron permisos especiales de permanencia con los que pudieron regularizar su situación legal y acceder a servicios de educación, atención médica, agua potable y saneamiento, viviendas y servicios de cuidado infantil.
Datos y análisis sólidos
El Grupo Banco Mundial trabaja con sus asociados para producir mejores datos y análisis. Esto es fundamental para desarrollar mecanismos de financiamiento más eficaces e innovadores que permitan abordar las situaciones de desplazamiento forzado e implementar operaciones eficaces sobre el terreno.
El Grupo Banco Mundial forma parte del Centro Conjunto de Datos sobre Desplazamiento Forzado (i) y del programa Recopilación de Evidencias sobre el Desplazamiento Forzado (i), una asociación de investigación en la que participan el Reino Unido y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Con 144 estudios nuevos, más datos y métodos de investigación innovadores, esta asociación ayuda a diseñar mejores políticas referidas a los refugiados en los países receptores de todo el mundo.
Colaboración con el sector privado
Apoyar la estabilidad y el crecimiento en las situaciones de fragilidad, conflicto y violencia también es una de las principales prioridades de las entidades del Grupo Banco Mundial dedicadas al sector privado: la Corporación Financiera Internacional (IFC) y el Organismo Multilateral de Garantía de Inversiones (MIGA). Al crear empleos y generar ingresos, las empresas pueden ofrecer medios de subsistencia y contribuir en última instancia a la cohesión social y la estabilidad en estas comunidades.
Una manera crucial en que IFC y MIGA incrementan su impacto es a través del Servicio de Financiamiento para el Sector Privado de la AIF, IFC y MIGA. Este mecanismo ayuda a movilizar un mayor volumen de inversiones privadas en situaciones de fragilidad y conflicto y en los países más pobres del mundo (PDF, en inglés), en especial en aquellos lugares donde otras instituciones e inversionistas han tenido dificultades para encontrar transacciones comercialmente viables. Hasta febrero de 2024, a través de este mecanismo se habían movilizado de manera directa e indirecta USD 18 200 millones (i).
En el caso de Haití (i), a pesar del deterioro de la situación, el Servicio de Financiamiento para el Sector Privado de la AIF ha ayudado a IFC a brindar financiamiento a largo plazo para varias inversiones. Por ejemplo, un préstamo en condiciones concesionarias otorgado por este mecanismo permitió a una empresa local de bebidas mejorar su coeficiente de cobertura de garantías, con lo que pudo obtener financiamiento a largo plazo para ampliar sus actividades. Otra empresa, además de suministrar agua potable, está creando aproximadamente 400 empleos directos, indirectos e inducidos para la población haitiana. El uso de financiamiento en condiciones concesionarias combinado que se brinda a través de este servicio ha sido fundamental para abordar los grandes riesgos asociados con las inversiones privadas en este país, en especial durante la actual crisis política y de seguridad.
El Grupo Banco Mundial también ayuda a generar un entorno propicio para el desarrollo del sector privado y sus inversiones en comunidades afectadas por la fragilidad, el conflicto y la violencia, entre otras cosas, mediante la implementación de reformas, el fortalecimiento de la capacidad e inversiones específicas. Desde que se dio a conocer la Estrategia del Grupo Banco Mundial sobre Fragilidad, Conflicto y Violencia 2020-25, se han puesto en marcha 50 proyectos con los que se busca apoyar la actividad y el desarrollo empresarial, el acceso a los mercados, la capacidad institucional, el entorno regulatorio, la inclusión financiera y la infraestructura financiera.
Avances en el apoyo a los países afectados por situaciones de fragilidad, conflicto y violencia
Guiado por la Estrategia sobre Fragilidad, Conflicto y Violencia, por las sólidas alianzas que ha establecido y su presencia sobre el terreno, el Grupo Banco Mundial ha logrado avanzar en su apoyo a los países que se encuentran en esta situación. El examen de mitad del período (i) de la estrategia, publicado recientemente, muestra que la entidad ha puesto mayor énfasis en la prevención de conflictos y se ha mostrado más proactiva para mantener sus operaciones en estos entornos, ha ampliado el uso de instrumentos de diagnóstico, ha logrado avances significativos en la programación centrada en el clima y el género y en la participación del sector privado, y ha conseguido aumentar de manera significativa el nivel de financiamiento.
No obstante, aún quedan por resolver enormes desafíos para poder responder con eficacia al panorama cada vez más complejo de la fragilidad. Si bien es imposible predecir todas las crisis, podemos estar mejor preparados para enfrentarlas. El Banco Mundial desarrollará herramientas avanzadas con el fin de ayudar a los países a responder a los riesgos actuales y los que surjan en el futuro. Aunque tal vez sea imposible prevenir los conflictos, los esfuerzos de desarrollo oportunos pueden contribuir a reducir las tensiones, disminuir el riesgo de estallidos y ayudar a garantizar la estabilidad futura.
Tomado de: bancomundial.org