Por: JAIME HORTA DÍAZ*, Notario 11 de Barranquilla
De regreso de Haití por segunda ocasión, Bolívar instaló su cuartel general en Angosturas (hoy Ciudad Bolívar), para controlar el Río Orinoco y su desembocadura en el Océano Atlántico. En 1817 se encontró con el general José Antonio Páez en Cañafistola y en 1818 designó a Santander organizador del ejército para liberar la Nueva Granada, contra la voluntad del general Páez. Venezuela estaba dividida literalmente en tres repúblicas independientes al mando de Piar, Mariño y Paez. Santander fue ascendido a general de brigada de los ejércitos de Venezuela el 12 de agosto de 1818 y “jefe de la vanguardia del ejército libertador de la Nueva Granada” el 25 de agosto de 1818. “El día de América ha llegado” escribió Bolívar a su paisano Justo Briceño.
Morillo creía que la Cordillera de Los Andes blindaba el centro del país y no estaba lejos de la realidad pero los patriotas iniciaron la marcha en la peor época del invierno tropical y remontaron las alturas de Los Andes, con un alto costo de vidas y de recursos. Muchos de los llaneros murieron simplemente de frío. Eran tiempos en que los patriotas “andaban descalzos absolutamente, sin ropa, sin recursos, y alimentados solamente con carne mal asada y sin sal, deseábamos los riesgos para acabar con gloria una vida tan amarga” , como escribió años después el general Santander.
El primer pueblo del altiplano al que llegaron fue Socha, el 6 de julio, después de la extenuante marcha por Los Andes. En el Pantano de Vargas, el 25 de julio de 1819 se obtuvo una victoria fundamental para los patriotas, después de un momento angustioso. En el campo quedó patentada la frase “salve usted la patria”, como el esfuerzo providencial. “Cómo se ha de perder si ni yo ni mis jinetes hemos peleado”, exclamó el coronel Juan José Rondón. “Haga lo que pueda: salve, pues, usted la patria, coronel”, lo animó Bolívar y Rondón se lanzó al ataque. Lo siguieron los catorce heroícos lanceros que jalonaron a otros cientos. Hombres analfabetos, semisalvajes, que cabalgaban a pelo, destrozaron a los enemigos con sus lanzas. Los catorce lanceros eran el capitán Juan Mellao, capitán Valentín García, capitán Miguel Lara, capitán Domingo Mirabal, capitán Celedonio Sánchez, teniente Cruz Paredes, teniente Roso Sánchez, teniente Pablo Matute, teniente Pablo Lancheros, subteniente Miguel Segovia, sargento Pablo Segovia y sargento Inocencio Chincá. Un monumento del escultor Rodrigo Arenas Betancur inmortalizó ese pasaje de la guerra.
Seguidamente los libertadores ocuparon Paipa y cruzaron el río Sogamoso para acercarse al coronel José María Barreiro. Para desconcierto de Barreiro, a los ojos de todo el mundo, se devolvieron. Pero a la noche, dejando antorchas encendidas en el campamento, pasaron otra vez el Sogamoso y llegaron a Tunja bordeando el Pantano de Vargas. “Esta marcha nocturna es una de las obras maestras de Bolívar como militar” , reconoció uno de sus más exhaustivos biógrafos, el español Salvador de Maradiaga.
El 7 de agosto de 1819 se enfrentaron los dos ejércitos en la Batalla de Boyacá que significó la independencia para la Nueva Granada. A esta altura de la guerra, las fuerzas realistas en Venezuela y Nueva Granada ascendían a 15.380 hombres. En Boyacá se enfrentaron 2.000 americanos y 3.000 realistas. Las acciones las comandaron el general Santander jefe de la división de vanguardia y el general José Antonio Anzoátegui, comandante de la división de retaguardia y el centro; el coronel Gabriel Salom era el jefe del cuerpo de artillería de ambas divisiones y los generales Pedro Fortoul y José María Córdova, jefes del estado mayor de vanguardia y retaguardia, respectivamente.
Al amanecer ubicaron a las fuerzas de Barreiro en el camino a Samacá. Hacia las diez de la mañana Bolívar dio la orden a Santander y Anzoátegui de salir inmediatamente por el camino real a enfrentarlo. A las dos de la tarde se vieron de frente los dos ejércitos en inmediaciones del puente sobre el río Teatinos y empezaron las hostilidades. La Vencedora animaba a los patriotas.
El Boletín No. 4 -informe oficial de la batalla- del 8 de agosto del Quartel-general en Jefe Carlos Soublette, desde Ventaquemada, resalta la audacia y el valor especialmente de los comandantes José Antonio Anzoátegui y Francisco de Paula Santander. Eran realmente dos combates. Santander atacó de frente y Anzoátegui por el centro del suyo. Los dos jefes no se vieron. “Todo el ejército enemigo quedó en nuestro poder”, escribió Soublette… El general Barreyro (sic), su segundo el coronel Jimenez, “casi todos los Comandantes y mayores de los cuerpos, multitud de subalternos, y más de 1.600 soldados: todo su armamento, municiones, artillería, caballería, &c. (sic) apenas se han salvado 50 hombres entre ellos algunos Gefes, y Oficiales de caballería, que huyeron antes de decidirse la acción”. Los patriotas tuvieron 13 muertos y 53 heridos; entre los primeros el capellán Miguel Díaz. Los ibéricos sufrieron 86 bajas y 130 heridos .
El Boletín No. 5 ponderó la victoria de Boyacá, frente a voces aisladas, incluso contemporáneas, que le niegan valor estratégico:
“En la Casa de Moneda hemos encontrado más de medio millón de pesos en metálico; y en todos los demás almacenes y depósitos, quanto puede necesitarse para armar y equipar completamente un numeroso ejército. Puede decirse que la libertad de la Nueva Granada ha asegurado de un modo infalible la de toda la América del Sur, y que el año 19 será el término de la guerra, que con tanto horror de la humanidad nos hace la España desde el año 10”. En sus memorias Santander puntualizó: “La batalla de Boyacá nos puso en posesión de la capital del virreinato” .
Morillo reportó al secretario de guerra del Rey que “Bolívar en un solo día acaba con el fruto de cinco años de campaña y en una sola batalla reconquista lo que las tropas del Rey ganaron en muchos combates”. Entre los realistas –escribió- había “tres mil venezolanos muy aguerridos” , que Bolívar incorporó luego al ejército americano al igual que algunos españoles.
El primer grupo de los libertadores llegó a Bogotá el 10 de agosto. Bolívar durmió esa noche en el antiguo Palacio de los Virreyes, que quedaba en el costado oriental del actual edificio del Congreso; el 12 llegaron Santander y Anzóategui, con el grueso de las tropas y los prisioneros y el 21 de agosto en ceremonia especial en la Plaza Mayor fueron ascendidos a generales de división.
Barreiro fue también el antagonista de una historia de honor en medio de los desastres de la guerra. Derrotado en Boyacá se escondió detrás de unas rocas pero fue descubierto por el niño soldado Pedro Pascasio Martínez del Batallón Rifles, quien lo enfrentó con una lanza: “Alto o lo corto”, le dijo. Barreiro le ofreció un cinturón con monedas de oro a cambio de permitirle la fuga pero el niño de 12 años despreció el soborno y se limitó a decirle con firmeza: “O camina o lo arriamos”. Trató de huir y Pedro Pascasió lo hirió en el cuello con su lanza para sorpresa de Barreiro .
Bolívar observó entre los capturados a Francisco Fernandez Vignoni, a quien responsabilizaba de la derrota en Puerto Cabello en 1812 y lo hizo ahorcar en el acto sin fórmula de juicio en un alerón de un rancho en el camino de Ventaquemada. Cumplió la orden el coronel Rondón. Era la práctica bárbara de la guerra; el vencedor decidía sobre la vida de los perdedores.
Constituida la gran Colombia con Venezuela y el antiguo Virreinato de la Nueva Granada el 17 de diciembre de 1819, Bolívar es nombrado presidente de la nueva nación, el granadino Francisco Antonio Zea vicepresidente y Santander vicepresidente de Cundinamarca; asciende a vicepresidente de Colombia en 1821. El Libertador completa la libertad de Venezuela y emprende la campaña del sur que iba a emancipar las provincias de Quito, Guayaquil, el virreinato del Perú y concluir con la creación de Bolivia en 1826. Sucre, por orden de Bolívar, en 1820 salió en apoyo de Guayaquil.
Carabobo y Lago de Maracaibo
Roto el armisticio firmado con Morillo en noviembre de 1820, Bolívar cumplió el sueño de liberar a Venezuela en la Batalla de Carabobo el 24 junio de 1821 en la que se enfrentaron 6.000 realistas e igual número de patriotas. En informe al congreso de Colombia del 25 de junio, Bolívar dijo que era el ejército “más grande y más hermoso que ha hecho armas en Colombia en un campo de batalla” . Combatieron la primera división con el batallón Británico, Bravos de Apure y 1.500 caballos a las órdenes del general Páez; la segunda división, con la segunda brigada de la Guardia, los batallones Tiradores, Boyacá y Vargas, y el “escuadrón Sagrado” del coronel Aramendi, al mando del general Sedeño y la tercera división, integrada por la primera brigada de la Guardia con los batallones Rifles, Granaderos, Vencedor de Boyacá, Anzoátegui y el regimiento de caballería “del intrépido coronel Rendón”, a las órdenes del coronel Plaza, según detalles del informe del Libertador que empezaba con una frase triunfalista: “Ayer se ha confirmado con una espléndida victoria el nacimiento político de la república de Colombia”.
El vicepresidente Santander arbitró los recursos para que el ejército libertador de Venezuela combatiera con uniforme y guante blanco, similar al de los regimientos europeos, tal como lo representa el cuadro de Tobar y Tobar exhibido en el salón elíptico del Palacio Federal en Caracas. Valencia fue ocupada de noche y se estableció una línea de sitio sobre Puerto Cabello, donde se concentraron los restos de La Torre. Los realistas tuvieron más de 1.000 muertos, 1.500 heridos y 408 desaparecieron. No más de 200 patriotas concluyeron su carrera militar en el campo de batalla. Bolívar entró a Caracas el 29 de junio. El último reducto realista en Puerto Cabello, Venezuela, cayó en 1823.
La Batalla Naval del Lago de Maracaibo, dirigida por el general José Prudencio Padilla, completó la victoria patriota el 24 de julio de 1823 al batir la armada española de 15 buques mayores y 17 sutiles. Las pérdidas realistas pasaron de 800, entre muertos y heridos, y 438 prisioneros. Los americanos, con 44 bajas y 120 heridos, tomaron un bergantín, 9 goletas, un pailebot y un falucho.
*Fragmento del libro CRONICAS DE LA INDEPENDENCIA (edición especial de la Unión Colegiada de Notarios de Colombia, Editorial Ibañez, Bogotá, 2019)
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