Por: Jaime Guzmán
En la historia del Junior de Barranquilla, pocos jugadores han logrado encarnar el espíritu del equipo como Teófilo Gutiérrez. A sus casi 40 años, sigue siendo el alma y el carácter del conjunto tiburón, un referente de lucha y pasión que marca la diferencia en cada partido.
El presente del Junior es prometedor y su racha invicta lo confirma. Desde el regreso de Gutiérrez, el equipo no ha conocido la derrota, cosechando victorias importantes como el 2-1 ante Millonarios, el 1-0 frente a Llaneros y el triunfo en el clásico caribeño ante Unión Magdalena. Más recientemente, en Bogotá, su liderazgo fue clave en la victoria contra La Equidad, siendo determinante en la jugada del penalti que selló el partido.
Sin embargo, el éxito del Junior no se construye solo sobre la figura de Teo. Jugadores como Brian Castrillón por la banda, Jimmy Chará con su capacidad de desequilibrio, Guillermo Paiva con su olfato goleador y Carlos Bacca con su inteligencia dentro del área han sido piezas fundamentales. Aun así, Gutiérrez es quien reúne todas esas cualidades en un solo jugador: visión, liderazgo y una técnica exquisita que deja huella en cada escenario deportivo.
Su temperamento y entrega han generado opiniones divididas, pero nadie puede negar su impacto en el equipo. Su regreso ha sido la respuesta a la necesidad de un líder en el campo, alguien capaz de conectar la defensa con el ataque y aliviar la carga de Didier Moreno en el mediocampo.
Su trayectoria es prueba de su calidad. Ha dejado su sello en clubes de renombre en Europa como el Trabzonspor de Turquía y el Sporting de Lisboa de Portugal, así como en Sudamérica, con equipos como Cruz Azul y River Plate, donde conquistó títulos de prestigio, incluyendo la Copa Sudamericana, la Liga y la Copa Libertadores.
Ahora, Junior se enfrenta a un nuevo desafío: Independiente Medellín, el próximo domingo 6 de abril. Será una prueba de fuego para el invicto del equipo y para la influencia de Gutiérrez en la cancha.
Teófilo Gutiérrez no es solo un futbolista más en la historia rojiblanca. Es el símbolo de un Junior que sigue soñando en grande.