Barranquilla sin alivio: el drama eléctrico con AIRE entre cortes, abusos tarifarios y abandono institucional

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Por : Jaime Guzmán

Barranquilla sin alivio: el drama eléctrico con AIRE entre cortes, abusos tarifarios y abandono institucional

La situación del servicio eléctrico en Barranquilla y gran parte de la región Caribe ha alcanzado niveles insostenibles. Lo que comenzó como una promesa de mejora tras la salida del nefasto Electricaribe, hoy se ha convertido en una pesadilla más profunda con AIRE —la empresa que asumió la operación del servicio de energía—, y que ha demostrado ser otra cara del mismo abandono.

En lugar de soluciones, lo que llegó fue un nuevo rostro corporativo con las mismas viejas prácticas: cortes intempestivos, facturas impagables, atención deficiente y una impunidad que hiere el bolsillo y la dignidad del ciudadano. AIRE ha fracasado en su misión de garantizar un servicio digno, y su presencia en la ciudad parece más orientada al lucro que al compromiso social con una región históricamente castigada.

Cortes eléctricos diarios: la ciudad paralizada

Basta recorrer cualquier barrio de Barranquilla para escuchar la misma queja: “Se fue la luz otra vez”. Y no son simples interrupciones momentáneas. En muchas zonas los cortes duran horas, se repiten varios días a la semana y afectan por igual a hogares, comercios, hospitales, escuelas y empresas.

El daño no es solo eléctrico. Es psicológico, económico y social. Familias enteras viven angustiadas por no saber si podrán refrigerar sus alimentos, encender un ventilador en medio del sofocante calor, o mantener una jornada de trabajo remoto sin interrupciones. Emprendedores y comerciantes pierden productos, dinero y clientes. ¿Quién responde por eso? Nadie.

Y lo más indignante es que no hay una programación clara ni una explicación técnica creíble. Las “labores de mantenimiento” se han vuelto un eufemismo repetido para justificar el abandono estructural del sistema eléctrico, mientras las comunidades sufren en silencio, cansadas de reclamar sin ser escuchadas.

Tarifas impagables: pagar por un servicio deficiente

Como si no fuera suficiente soportar la inestabilidad del servicio, AIRE castiga a los usuarios con facturas desproporcionadas. Hay quienes, sin aumentar su consumo mensual, han visto duplicados o triplicados sus recibos de energía. Hogares humildes que antes pagaban 60 mil pesos ahora deben más de 150 mil. Familias que deben escoger entre pagar la luz o comprar el mercado. ¿Qué clase de justicia social es esta?

La empresa alega ajustes tarifarios, pero los usuarios no encuentran correspondencia entre el costo que pagan y la calidad que reciben. Se paga por energía inestable, por noches sin ventilador, por electrodomésticos dañados y por una atención al cliente que raya en lo inhumano. Y, aun así, el Estado guarda silencio.

¿Dónde están los entes de control? ¿Dónde está el gobierno?

La indignación crece, pero la institucionalidad parece sorda. La Superintendencia de Servicios Públicos apenas emite comunicados que no resuelven nada. El Ministerio de Minas y Energía da largas, mientras la región Caribe sigue condenada al abandono. ¿Hasta cuándo seguirá esta complicidad disfrazada de burocracia?

Es inadmisible que una ciudad como Barranquilla, motor económico y cultural del Caribe, siga postrada ante un sistema eléctrico medieval. Es una afrenta a la dignidad de su gente y una muestra clara de la desconexión del Estado con las verdaderas necesidades del pueblo.

Un llamado urgente a la acción colectiva

Este problema no es menor ni pasajero. Es estructural, sistémico y urgente. Se necesita presión ciudadana organizada, veeduría real, movilización social y decisiones firmes desde los gobiernos locales y nacionales. AIRE debe ser intervenida, auditada y obligada a responder por los daños que causa día a día. Y si no está en capacidad de prestar un servicio digno, debe dar un paso al costado.

La ciudadanía barranquillera no merece seguir pagando las consecuencias de una mala gestión energética. No puede ser que vivir con energía eléctrica —un derecho esencial— se haya convertido en un tormento diario. No es una exageración: es la realidad de miles de hogares que hoy sobreviven entre apagones, recibos impagables y la rabia contenida de un pueblo cansado.