Junior fue superior en la noche llanera: un gol con sello de crack los llenó de confianza

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Por: Jaime Guzman

Una noche atípica de domingo, exactamente a las 8:30 p.m. del 16 de marzo, fue el escenario perfecto para que el fútbol hablara con contundencia en el duelo entre el recoge ascendido Llaneros y el diez veces campeón del fútbol colombiano: el Junior de Barranquilla.

El encuentro, pactado casi a última hora, se convirtió en un reflejo claro de lo que significa tener experiencia en las canchas. Junior, con su estampa de gigante curtido, supo manejar el pulso del partido ante un equipo que apenas empieza a escribir sus primeras páginas en la élite.

Aunque los locales mostraron destellos de velocidad y atrevimiento en ciertas fases del juego —incluso generando algunas llegadas punzantes—, la defensa no logró contener las embestidas del tiburón. El equipo barranquillero tuvo varias oportunidades claras de ampliar la cuenta, aprovechando las fisuras de una zaga que aún se está construyendo.

El momento cumbre llegó tras una jugada limpia, una combinación precisa que reveló la jerarquía. Carlos Bacca, con su olfato intacto, sirvió de pívot para que Castrillón rematara magistralmente desde el borde del área, colocando el balón en el ángulo más lejano, imposible para el arquero local. Fue un disparo quirúrgico, directo al alma de un equipo que apenas empezaba a soñar.

Con ese gol, Junior aseguró tres puntos de oro que lo mantienen entre los cuatro mejores del campeonato. Un resultado vital para recuperar la confianza tras la amarga eliminación de la Copa Sudamericana, que incluso desató rumores de peleas y tensiones en los camerinos. Pero este triunfo parece haber calmado las aguas.

Y es que el equipo rojiblanco empieza a mostrar señales claras de evolución. Jugadores como Teófilo Gutiérrez, Tití Rodríguez y Caicedo han sabido marcar la diferencia desde sus roles, aportando movilidad, toque y liderazgo. El Junior ahora presiona desde los tres cuartos de cancha y, cuando no logra definir, conserva el balón con inteligencia, desgastando al rival hasta llevarlo al límite.

En los últimos minutos, Llaneros intentó reaccionar. Pero como reza el dicho popular: “le faltó el centavito para el peso”. El empate nunca llegó, y el tiburón se fue sonriente rumbo a Barranquilla, donde lo espera el próximo reto: Unión Magdalena, un equipo sumido en una racha negativa que parece no tener fin.

El panorama sigue siendo claro. Junior se fortalece, y todo indica que el verdadero problema en otros equipos no siempre está en el banquillo. A veces, la actitud y el compromiso de los jugadores pesan más que cualquier táctica.